La literatura nada tiene que ver con el género, la literatura habla por sí misma. No debería importar si un texto ha sido escrito por un hombre o una mujer, lo importante es lo que evoca, los sentimientos, la belleza literaria y muchas veces lo que está entre líneas.
Lamentablemente no siempre ha sido así, y es por eso que el que la mujer y sus obras se encuentren hoy en lugares tan importantes de la historia se debe a las adversidades y retos que tuvieron que enfrentar y superar muchas de ellas para ser reconocidas, y que sus textos, en el caso de la literatura, tuvieran un lugar entre las muchas antologías de su épocas anteriormente sólo escritas por varones.
La imagen de la mujer siempre estuvo marcada y estereotipada por la idea de que el estudio era únicamente para los hombres, y Latinoamérica no es la excepción; es por ello que hoy recordamos a las mujeres que con sus palabras marcaron la historia de la literatura hispanoamericana. En este caso nos referimos a las poetas que lograron posicionarse, ni detrás ni por delante, sino a un lado de los poetas que fueron más representativos de su época.
Un claro ejemplo de la lucha por la igualdad de género fue el de Gabriela Mistral (1889-1957), maestra chilena que le mandaba sus poemas a Rubén Darío esperando fueran publicados alguna vez. Lo logró y no sólo eso, Mistral se convirtió en una de las mujeres más involucradas en la educación por su país y por los niños de Latinoamérica. Gabriela fue la primera iberoamericana en ganar el premio Nobel de literatura en 1945 y con sus letras expresaba esa pasión por su tierra y por demostrar que no sólo los hombres se involucran en aspectos políticos y gubernamentales del país.
En Argentina vivieron en diferentes años, dos poetas que no podemos pasar por alto: Alfonsina Storni (1892-1938) y Alejandra Pizarnik (1936-1972). El modernismo tiñó de azul las sienes de Storni, convirtiéndola en una de las máximas representantes del movimiento en Latinoamérica. Sus palabras llegaron a las de una mujer que vio en el dolor y la nostalgia la inspiración: Pizarnik con su surrealismo reinventaba la muerte y la tristeza. Storni en su época le cantaba a la nostalgia y al amor los deseos de una mujer enamorada. Ambas dejaron, cada quién en su tiempo, un gran legado en la historia de la poesía hispanoamericana, dejando de lado también el parámetro masculino para llegar a ser grandes representantes de importantes movimientos literarios.
Juana de Ibarbourou, junto a Alfonsina Storni y Gabriela Mistral, fue una poeta uruguaya igualmente importante en el modernismo latinoamericano y encontró en la naturaleza y en el erotismo una forma de expresión. Sus letras son un claro ejemplo del inicio de una la literatura escrita por mujeres que igualaba la magnificencia y la importancia de aquello que anteriormente era sólo escrito por hombres. La poesía de Ibarbourou, conocida desde 1929 como Juana de América, la colocó en la historia de Uruguay como la primera mujer a quien tras su muerte se otorgó un día de luto nacional por su valiosa aportación a la literatura latinoamericana.
México no se queda atrás, y vio crecer en sus tierras a Rosario Castellanos y a Guadalupe Amor, mejor conocida como Pita Amor.
Rosario se preocupaba por plasmar temas de amor y de política porque creía que el mundo es un “lugar de lucha en el que uno está comprometido”. Se inspiraba en lo cotidiano y en el papel que tomaba la mujer en sociedad; hacía críticas al sexismo y la desigualdad hacia a las mujeres y un claro ejemplo de lo involucrada que estaba en el tema es el cuento “Lección de cocina: cocinar, callarse y obedecer al marido” cuyo título habla por sí mismo.
A su vez Guadalupe Amor demostraba con sus aportes de musa que las mujeres pueden expresar su sexualidad como lo prefieran. Pita tenía amistad con grandes artistas como Frida Kahlo, Diego Rivera, Gabriela Mistral, Juan Rulfo, Pablo Picasso, entre otros, incluso fue modelo de algunos de ellos para sus obras.
Como ellas, Idea Vilariño y Delmira Agustini desde Uruguay; Nahui Ollín y Thelma Nava desde México, y Magda Portal desde Perú, entre muchas otras, han sido un claro ejemplo de todo lo que conlleva demostrar que a pesar de que vivieron en una época donde lo normal era que el hombre pudiera sobresalir, ellas se plantaron con sus ideales y se quedaron para siempre siendo un símbolo de revolución, y siendo así las impulsoras de que muchas más mujeres alzaran la voz y expresara sus ideales sin temor a ser juzgadas.
Por: Marjha Paulino
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