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Foto del escritor

La primer mirada femenina en la fotografía mexicana

La mirada altiva y las fuertes imágenes de la vida a través de su lente hicieron que

Dolores Concepción Martínez de Anda, también conocida como Lola Álvarez

Bravo, fuera nombrada la primera fotógrafa profesional mexicana.



Lola nació en Lagos de Moreno en 1903. De familia acaudalada, cuando era niña

se trasladó a la Ciudad de México, donde ya siendo adolescente, conoció al que

fue su esposo, el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, quien era su vecino. Lola y

Manuel se casaron en 1925 y se mudaron a Oaxaca.


Su matrimonio con Manuel Álvarez Bravo le dio su primer acercamiento a la

fotografía, gracias a la gran Tina Modotti, quien era gran amiga del fotógrafo.

Modotti fue deportada de México a Italia y se encontraba en una situación

económica muy mala, por lo cual decidió venderle dos cámaras a Manuel, una de

las cuáles se volvió la mejor amiga y confidente de su esposa. Mientras Manuel

trabajaba para el Gobierno Federal, Lola incursionaba por primera vez en la

fotografía y juntos llegaron a fotografiar la vida en la ciudad de Oaxaca.

En 1931, Manuel enfermó de gravedad, y con lo que había aprendido hasta ese

momento, Lola decidió sacar adelante su trabajo en la revista Mexican Folkways,

dando así un paso firme en la fotografía profesional.



Lola y Manuel volvieron a la Ciudad de México y tuvieron a su hijo Manuel, en

1927; en ese mismo año decidieron experimentar fundando una Galería de Arte en

su casa y tres años después crearon el Taller de Fotografía Álvarez Bravo, y más

tarde con otros amigos formaron un cineclub. Tras varios problemas, los Álvarez

Bravo decidieron poner fin a su matrimonio, separándose en 1934.

Lola, después de la separación con Manuel, comenzó por fin su carrera como

fotógrafa, carrera que la apasionaría toda su vida. Primero comenzó con la revista

El Maestro Rural editada por la S.E.P., mientras, a su vez, enseñaba dibujo en

escuelas primarias del Distrito Federal.


Así comenzó Lola a brillar con su cámara, siendo fácilmente aceptada, pues

experimentó también con el fotomontaje y otras técnicas como el fotomural y

fotograma.



Su increíble pasión por explorar la vida de las personas y darles un tinte profundo

y misterioso a través de su lente, la llevó a ser amiga de grandes personalidades

como Diego Rivera y Frida Kahlo, siendo esta última una de las grandes

protagonistas de sus fotografías y con la cual hizo su único intento

cinematográfico, que no fue concluido. Una de las fotografías más famosas

tomadas entre 1944 y 1946, muestra a una Frida llena de dolor emocional y físico,

tomadas en la Casa Azul en Coyoacán, en el periodo en el que la pintora había

sufrido varias cirugías.



Lola tuvo una carrera próspera que duró 50 años, siendo la vida rural y las

imágenes cotidianas de la ciudad, uno de sus temas preferidos. Documentaba la

vida de las personas de ciudad, imágenes de esculturas prehispánicas e imágenes

arquitectónicas, dejando un documento histórico de la vida del país, su trabajo es

reconocido en el extranjero y es así como sus fotografías son un claro ejemplo del

maravilloso talento que tenía Lola Álvarez Bravo, talento que la caracteriza como

una de las artistas más importantes del movimiento artístico post revolucionario en

México.



Por: Marjha Paulino

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